Cuando mi muñeca Layla se perdió

Cuando yo era pequeñita, cuatro, cinco años por ahí, me ocurrían cosas muy raras. Yo busqué y busqué, pero no la encontré. Lloré días y días. No dormí cuatro noches. Estaba harta.


Así que un día me reuní con mis amigas Natalia y Ruth. Pensábamos e intentábamos descubrir el sitio en el que podría estar Layla. Natalia, que era muy pilla, preguntó: ¿Y cómo están tus mascotas Clara? Y yo le respondí: ¿Y a qué viene eso? Entonces a Ruth se le encendió una bombilla en la cabeza. Y me preguntó: ¿A que no has mirado en el hogar de tus animales?
Entonces me acordé. ¡No había buscado ahí! Arrastré a Natalia y Ruth a mi casa. Buscamos en la pecera de mis cuatro peces, en la jaula de mis periquitos, en la rueda de mi hamster, etc.

Al final buscamos en la cesta de mi perro. No había nada. Pero mi perro tenía algo en la boca, lo estaba chupando, lo estaba llenando de babas. Miré y era mi muñeca, era Layla. Estaba tan emocionada que sin darme cuenta le dí un beso en todas las babas.
Podría haber sido por arte de magia, pero quién sabe...